Una Carta
Oslo -
Noruega 3 de Junio de 20014
Estimado Oscar:
Espero que al
recibir la presente, te encuentres bien.
Se que en
la actualidad el contacto epistolar
es…casi una cuestión histórica, pero
algo me impulsa a incursionar en esta forma de comunicación, que a lo largo de
mucho tiempo fue incluso un medio de intercambio,y aun difusión de las artes.
Espero, que
entiendas que mi elección para esta carta no es casual.
Hemos
compartido una infancia suburbana. Años de colegio y rabonas, de fútbol en la
calle, de gozosos vuelos de la imaginación…en la cuadra del almacén de Francisco,
el almacenero ese que nos corría a los gritos.
Y el
secundario? Nocturno. Dos micros, boleto
a veces. Juntos todos los días.
Los
primeros bailes. Y las primeras novias. Incomprendidos amores. Cuestionamientos
paternos, maternos. Conocer el sexo…y contarnos nuestras experiencias, con todo
y mentiras.
Vos fuiste a la facultad…Estudiaste
periodismo. Yo estudiaba composición literaria…prosa y poesía.
Para parar
la olla y ayudar en la casa, trabajamos en el bar del gallego Paco. ¡Que propinas flacas! Te acordás?
Buenos años que hicieron de nuestra amistad una férrea unión.
Hace algún
tiempo, me encontré con tu hermana . Fue una verdadera sorpresa.Trabaja en una
consultora europea, y estaba de paso. Me contó que tu éxito como novelista es
enorme. Publicaste tres novelas y un libro de relatos. Eso son buenas noticias,
Mario. Siempre tuviste esa ambición y felizmente la hiciste realidad…en nuestro
querido país.
Recordarás
mi pasión por la política…mi militancia, y finalmente mi exilio a Noruega,
donde vive
mi sobrina Ada, que me ayudó mucho en los primeros tiempos.
Aquí
todavía no fueron publicadas tus obras, que conocí por Internet.
Publiqué un
libro con mis poemas con un aporte estatal, aún así vendí poco y repartí
volúmenes entre algunos compañeros
latinos y unos pocos noruegos.
No me
quejo. Trabajo en una librería del centro. No me falta el sustento y estoy en
contacto con los libros (que son mi amor).
No creo que
vaya a volver. El exilio devoró mi valentía
Hace ya
diez años que no nos vemos. Quizá podamos encontrar por este medio una manera
de comunicarnos, cálida y personal. Es cuestión de intentarlo. Es una forma
de hacerlo
a través de la palabra escrita. Tal vez esa forma de expresión que tanto
amamos, llegue al portento de unirnos. Cartas…y la magia del verbo.
Con afecto,
tu amigo:
Oliverio.